Taboo
- Israel Santiago
- 1 may 2017
- 2 Min. de lectura
Un hombre y su legado

El actor Tom Hardy consigue hacer un sueño realidad llevando a la pequeña pantalla una historia que él mismo escribió, aunque en realidad se gestó en la mente de su padre Edward Chips Hardy y ahí encontramos algún paralelismo con el personaje protagonista de Taboo, James Delaney, interpretado por el mismo Tom que da vida a un hombre que regresa a su país tras diez años de ausencia y obtiene un importante legado de su recién fallecido padre.

Estamos en 1814 y las calles de Londres dan cobijo a personajes del más bajo rango social como los socios y “amistades” de las que se servirá nuestro protagonista y que abarcan desde rameras y matones hasta algún científico borracho y pendenciero.

Toda esta amalgama de personajes contrasta con la otra realidad de esta Londres pre victoriana y que está viendo nacer la Revolución Industrial, se trata de aquéllos que viven en palacios o mansiones, los que tras el disfraz que supone su elevada posición social esconden a seres más ruines y mezquinos como los que integran la poderosa “Compañía de las Indias Orientales” quienes ansían a toda costa ese pedazo de tierra que ha heredado el insobornable James Delaney ; el estrecho de Nutka, un lugar estratégicamente vital tanto para británicos como americanos quienes se encuentra inmersos en plena guerra. Quién lo diría ¿Verdad? Con los amiguitos que son ahora, ejem.
Una de las virtudes que atesora esta serie es la perfecta recreación de un Londres lúgubre, grisáceo, pestilente y con una lluvia que lejos de purificar consigue ensuciar más si cabe el marco incomparable por el cual deambulan todos estos “miserables” y personajes dickerianos.

Tom Hardy no tiene nada de tonto al igual que su personaje y se ha rodeado de un excelente equipo de profesionales para esta su primera incursión televisiva. Ha contado con Ridley Scott en tareas de producción y con Steven Knight a la hora de crear y adaptar la historia, además de un reparto donde destacan Jonathan Pryce como el iracundo líder de la “Compañía de las Indias Orientales” Sir Stuart Strange y la eficaz y solvente Oona Chaplin que sale airosa de interpretar a la hermana de James Delaney, con quien mantiene una relación nada convencional.

Y como lo mejor siempre se deja para el final es ahora cuando me deshago en elogios hacia Tom Hardy como productor, actor y escritor pues esas tres funciones ejercen en esta preciosa serie que se ha hecho realidad gracias a su ambición y talento.
Su personaje es un salvaje parco en palabras a quien él le otorga una clase que lo distingue de los mugrosos personajes con los que interactúa. Tiene principios y convicciones inquebrantables por las cuales está dispuesto a matar o morir y aunque lo comparan con el mismísimo diablo no ejerce la violencia sino es inevitable. Tom resulta convincente y nos regala un personaje, una historia y una serie en ocho episodios imprescindibles que según todos los rumores se prolongarán en dos temporadas más.
Me despido con una frase que define a la perfección el personaje creado por Hardy;
“Un guardián es aquel que es capaz de vivir solo, por proteger el legado de otros”.
Luis Gabriel Carrillo Navas

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